¿QUIÉN SE HA LLEVADO MI QUESO?


Video basado en el Libro de Spencer Johnson
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PARTES DE TODOS NOSOTROS LO SIMPLE Y LO COMPLEJO*


Los 4 personajes imaginarios presentados en esta fábula, los ratones "Fisgón" y "Escurridizo" y los liliputienses "Hem y Haw", pretenden representar las partes simples y complejas de nosotros mismos, independientemente de nuestra edad, sexo, raza o nacionalidad.


A veces podemos actuar como Fisgón. Que fisgonea y detecta pronto el cambio, o como Escurridizo Que se apresura hacia la acción, o como Hem, que se niega y se resiste al cambio, por temor a que conduzca a algo peor, o como Haw, que aprende a adaptarse a tiempo, en cuanto comprende el que el cambio puede conducir a algo mejor.


La narración


¿Quién se ha llevado mi queso?


Érase una vez, hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivían cuarto pequeños personajes que recorrían un laberinto buscando el queso que los alimentara y los hiciera sentirse felices.


Dos de ellos eran ratones y se llamaban "Fisgón y Escurridizo", y los otros dos eran liliputienses, seres tan pequeños como los ratones, pero cuyo aspecto y forma de actuar se parecía mucho a las gentes de hoy en día. Se llaman "Hem y Haw".


Debido a su pequeño tamaño, sería fácil no darse cuenta de lo que estaban haciendo los cuatro. Pero si se miraba con la suficiente atención, se descubrirían las cosas más extraordinarias.


Por muy diferentes que eran los ratones y los liliputienses, tenían algo en común: cada mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de correr por el laberinto en busca de su queso favorito.


A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw terminaron por encontrar el camino hacia lo que estaban buscando. Cada uno encontró un día su propia clase de queso al final de uno de los pasadizos, en el depósito de Queso Q.


Pero al cabo de un tiempo, los liliputienses establecieron una rutina diferente.


Hem y Haw se levantaban cada día con algo más de lentitud y, en lugar de correr, caminaban hacia el depósito de Queso Q. Después de todo, ahora ya sabían dónde estaba el queso y cómo llegar hasta él.


Para sentirse todavía más cómodos, Hem y Haw decoraron las paredes con frases y hasta dibujaron imágenes del queso a su alrededor, lo que los hacía sonreír. Una de aquellas frases decía: Tener queso te hace Feliz.


Poco a poco, la seguridad que Hem y Haw tenían en sí mismos se fue convirtiendo en la arrogancia propia del éxito.


Por su parte, Fisgón y Escurridizo continuaron con su rutina a medida que pasaba el tiempo.


Cada mañana llegaban temprano, husmeaban, marcaban la zona e iban de un lado a otro del depósito de queso Q, comprobando si se había producido algún cambio con respecto a la situación del día anterior.


Una mañana llegaron al depósito de Queso Q y descubrieron que no había queso.


No se sorprendieron. Desde que Fisgón y Escurridizo empezaron a notar que la provisión de queso disminuía cada día que pasaba, se habían preparado para lo inevitable y supieron instintivamente qué tenían que hacer.


Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas.


Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran bien simples. La situación en el depósito de Queso Q había cambiado. Así pues, Fisgón y Escurridizo decidieron cambiar.


Algo más tarde, ese mismo día, Hem y Haw llegaron al depósito de Queso Q.


No estaban preparados para lo que descubrieron.


¡Qué! ¿No hay Queso? ---gritó Hem, y siguió gritando--- ¿Quién se ha llevado mi Queso?
Se quedó allí de pie durante largo rato, como petrificado por la conmoción. No estaba preparado para esto.


Hem y Haw regresaron aquella noche a sus casas hambrientos y desanimados. Pero antes de marcharse, Haw escribió en la pared: Cuanto más importante es el queso para ti, tanto más deseas conservarlo.


Haw abrió los ojos, miró a su alrededor y dijo:


--Y, a propósito, ¿dónde están Fisgón y Escurridizo? ¿Crees que ellos saben algo que nosotros no sepamos?


Mientras Hem y Haw seguían tratando de decidir qué hacer, fisgón y escurridizo ya hacía tiempo que se habían puesto patas a la obra.


No pensaban en ninguna otra cosa que no fuese encontrar Queso Nuevo. Lanzaron gritos de alegría. Habían encontrado lo que estaban buscando: una gran reserva de Queso Nuevo.


Mientras tanto, Hem y Haw seguían en el depósito de Queso Q, evaluando su situación y regresaban cada día al depósito de Queso Q, donde se limitaban a esperar. --¿Sabes?—dijo un día Hem--, si nos esforzásemos un poco más quizá descubriríamos que las cosas no han cambiado tanto. Probablemente, el Queso está cerca. Es posible que lo escondieran detrás de la pared.


Así que a partir de entonces, empezaron a trabajar más pronto y más duro y se quedaron hasta más tarde. Pero, al cabo de un tiempo, lo único que habían conseguido era hacer un gran agujero en la pared.


Cuando Hem vio a su amigo calzándose las zapatillas, le preguntó: --No pensarás en serio en volver a intentar en ese laberinto, ¿verdad? ¿Por qué no te limitas a esperar aquí conmigo hasta que nos devuelvan el queso?


--A veces, las cosas cambian y ya nunca más vuelven a ser como antes --dijo Haw--. Haw se echó a reír con fuerza y exclamó: --¡Es hora de explorar el laberinto! Hem no se rió ni dijo nada.


Antes de partir, Haw tomó una piedra pequeña y afilada y escribió un pensamiento muy serio en la pared, para darle a Hem algo en qué pensar: Si no cambias, te puedes extinguir.


Haw se sintió más ansioso y se preguntó si realmente deseaba internarse en el laberinto. Escribió una frase en la pared, por delante de él, y se quedó mirándola fijamente durante un tiempo:
¿Qué harías si no tuvieras miedo?


Algo más tarde, después de no haber encontrado Queso alguno durante lo que le parecía mucho tiempo, Haw se encontró finalmente con un enorme depósito de Queso que le pareció prometedor. Al entrar en él, sin embargo, se sintió muy decepcionado al descubrir que se hallaba completamente vacío.


Y sintió deseos de abandonar la búsqueda.


Consciente de que se trataba más de un recordatorio para sí mismo, antes de que un mensaje para Hem, escribió esperanzado lo siguiente en la pared: El movimiento hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar Queso Nuevo.


Ante su sorpresa, Haw empezó a disfrutar cada vez más. "¿Cómo es posible que me sienta tan bien? –se preguntó--. No tengo queso alguno y no sé a dónde voy".


Al cabo de poco tiempo, supo por qué se sentía bien. Se detuvo para escribir de nuevo sobre la pared: Cuando dejas atrás tus temores, te sientes libre.


Haw se dio cuenta que había permanecido prisionero de su propio temor. El hecho de moverse en una nueva dirección lo había liberado. Estaba seguro de que terminaría por encontrarlo.


Escribió entonces: Imaginarme disfrutando de Queso Nuevo antes incluso de encontrarlo me conduce hacia él.


Se preguntó por qué siempre le había parecido que un cambio le conduciría a algo peor. Ahora se daba cuenta de que el cambio podía conducirlo a algo mejor.


Alguien más había estado allí, dejando sólo unos pocos trozos de Queso Nuevo. Llegó a la conclusión de que, si hubiera llegado antes, muy probablemente habría encontrado una nueva provisión de Queso Nuevo.


Mientras volvía sobre sus pasos, se detuvo y escribió en la pared: Cuanto más rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes encontrarás el Queso Nuevo. Tal como le sucediera antes, comprendió que aquello de lo que se tiene miedo nunca es tan malo como lo que uno se imagina.


El temor que se acumula en la mente es mucho peor que la situación que existe en realidad.


Al comprender repentinamente que había cambiado sus convicciones, se detuvo para escribir en la pared: Las viejas convicciones no te conducen al Queso Nuevo.


Al comprender que puedes encontrar Queso Nuevo y disfrutarlo, Cambias el curso que sigues.
Observar pronto los pequeños cambios te ayuda a adaptarte a los grandes cambios por venir.
Continuó por el laberinto con mayor fortaleza y velocidad.


Haw siguió por un pasadizo que le resultaba nuevo, dobló una esquina y allí encontró el Queso Nuevo en el depósito de Queso N.

Al entrar en ella, se quedó asombrado ante lo que vio. Allí amontonado estaba el mayor surtido de Queso que hubiera visto jamás. No reconoció todos los que vio, ya que algunas clases eran nuevas para él.


Fisgón le dio la bienvenida con un gesto de la cabeza, y Escurridizo hasta lo saludó con una de sus patas. Sus pequeños y gruesos vientres demostraban que ya llevaban allí desde hacía algún tiempo.


Una vez que se hartó, levantó un trozo de queso fresco e hizo un brindis. --¡Viva el cambio!--
Mientras disfrutaba del queso nuevo, reflexionó sobre lo que había aprendido.


Comprendió que en aquellos momentos en los que tenía que cambiar, no había hecho sino aferrarse a la ilusión de que el Queso Viejo ya no estaba allí.


En cuanto Cambió la situación y el Queso cambió de sitio, ellos también cambiaron y se trasladaron con el Queso. Eso era algo que nunca olvidaría.


No hay necesidad alguna de súper complicar las cosas o de confundirse uno mismo con temerosas creencias.

Hay que permanecer atento para detectar cuándo empiezan los pequeños cambios y estar así mejor preparado para el gran cambio que puede llegar a producirse.


Y, quizá lo más importante, se dio cuenta de que siempre hay Queso nuevo ahí a fuera, tanto si uno sabe reconocerlo a tiempo como sino. Y que uno ve recompensado con él cuanto se dejan atrás los temores y se disfruta con la aventura.


Haw sabía que había dejado atrás un rastro para Hem, y que si éste quería, encontraría el camino limitándose a leer las frases escritas en la pared.


Luego, al repasar lo escrito, sonrió:



  1. El cambio ocurre


  2. El queso no cesa de moverse


  3. Anticípate al cambio


  4. Prepárate para cuando se mueva el Queso


  5. Controla el cambio


  6. Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuándo se vuelve rancio


  7. Adáptate al cambio con rapidez


  8. Cuanto más rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes podrás disfrutar del Queso Nuevo.


  9. Cambia


  10. Muévete con el queso.


  11. ¡Disfruta del cambio!


  12. Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso Nuevo.


  13. Prepárate para cambiar con rapidez y para disfrutarlo una y otra vez.

CONCLUSIÓN.



Son cuatro personajes imaginarios de una fábula, que recorren un laberinto en busca del queso, el queso lo relacionan con el éxito lo que los humanos siempre buscan de distintas formas.



Como toda fábula este es el mensaje, los cuatro ratones son Haw, Hem, fisgón y escurridizo. A veces las cosas cambian y no vuelven a ser como antes nunca, siempre los ratones tenían su queso seguro, pero un día ya no llego. Y te motivan a buscarlo a superarte y a encontrarlo de nuevo.


* Fuente: César Javier Bracamontes Guerrero. En: http://www.monografias.com/trabajos16/quien-llevo-mi-queso/quien-llevo-mi-queso.shtml



¡Siempre hay uno pero hay que aprender a reconocerlo!